If you thought that you could only be harassed so much in Cairo, you haven’t met Atif and his henchman, Ali. It is not the fact that they persistently tried to sell us a horrendously overpriced tour down to Aswan and Abu Simbel. After all, if you go to Cairo, everybody in every hotel will try to sell you that. The difference is that when they learn that you understand the game, they usually stop and become nicer people. Once the prospect of doing business is gone, they allow themselves to relax and become nicer. Nothing of the sort happened with these two. Seeing that we wouldn’t buy the whole thing, they pushed to the unbearable in order to get us to buy a one-day tour to the pyramids in Gizeh, Dashur, and Saqqara. We agreed because we knew there is no way you are getting to Dashur and Saqqara by public transportation. Ali was in charge of driving us; and indeed he drove us…. Crazy. First, the unbearable arab sounding music of Miriyya or something of the sort tortured me for 4 full hours (he only had 1 cassette that kept rolling over). But that’s only a minor thing: as usual he tried to take us to all the trinket-selling shops in order to get a premium for his services. The Papyrus “Museum” (better called, “Fake-papyrus outlet”) was first. After wasting 30 minutes, we figured it was enough and asked him to take us to Gizeh. Unexplicably, he drove us to a camel-ride shop in which they wanted us to taste a little bit more of the never-ending Egyptian “Hospitality”. I got pissed and firmly request him to take us to Gizeh, to which finally he agreed. (BTW, as a general advice, never buy services beforehand, you get it much cheaper at the spot. E.g. the camel ride that costs 130 pounds, became only 30 pounds inside the pyramids.)
But these detours had important consequences: We missed one of the pyramids in Dashur. We agreed to pay for Ali’s lunch (some 15 EGP) and we didn’t think we should give him any other tip. After all, his manouvering to extract money from us left us without the pyramids at Dashur.
When we returned at night, Atif was furious. He made a joke about us being stingy and not giving a tip to Ali. Furthermore, as a means of intimidation, he let us see that he had a gun in one of the drawers of his desk. We weren’t scared at all; we thought it was somewhere between tragicomic and hilarious. Still this gives you an idea of the kind of person you would be dealing with. The final attempt to put pressure on us came when he insisted repeatedly that I should publish this review while at the hostel. He pretended he understood that with only 2 hours to sleep before we left back to Europe, there was no way I would use my time writing a review. Furthermore, I thought it was ridiculous to even ask for it at all. In my opinion, if you know you’ve done things right, you don’t need to be scared of the reviews. He knows perfectly that his behaviour is, quite frankly, on the verge of being criminal… and I guess he is scared of what I was going to say.
Our last contact with these people came when Ali drove us to the airport as contracted. Well, that ride was a hell of a ride (in a bad sense). He was dangerously manouvering between the cars at a high speed, while at the same time he sang with Miriyya, loud as usual. As he figured there was no way we would tip him, he invented a 10 EGP parking fee. He even had to pretend he was paying it, as because he screwed up with the terminal he had to exit the parking (still with us) to go to the international terminal. Of course, we learnt that such a fee does not exits.
In order to be fully fair, I must recognize that his hostel was Ok for the price. Above all, it is extremely well located. Also, it was as clean as you find them in Egypt. Furthermore, whatever Atif promised he would do, he did… in some loose sense. If you decide to strike a deal with him, keep in mind that whatever is not explicitly stated is going to be interpreted against you.
My short advice is: Go to some recognized place, like near Lialy hostel (recommended by Lonely Planet; I went there my first time in Egypt) and save yourself some hassling and… possibly, some pounds.
jueves, 11 de junio de 2009
martes, 22 de julio de 2008
Ideales Atolondrados
Esta semana termine de leer la completa biografia de Pacho O'Donnell sobre el "Che" Guevara. A pesar de los denodados esfuerzos del autor por inspirar simpatía y admiración por la figura de Guevara, lo cierto es que la impresión final sobre él está más cerca de la lástima que de la admiración. De alguna manera, la figura idealista del guerrillero fue instrumental para personajes mucho más políticos, leáse, maquiavélicos como Fidel o el nuevo abanderado del socialismo de mercado, Raúl. El che está dotado de algunas cualidades notables como su determinación férrea a liderar una lucha de clases que terminara imponiendo la revolución socialista en latinoamérica. Existe además una profunda coherencia entre sus acciones y su discurso. Sin embargo, una parte negativa se desprende de esta coherencia y determinación: el totalitarismo que tienen todos aquellos que se sienten custodios de una verdad única y revelada.
Me acordaba del lúcido libro de Karl Popper, "La sociedad abierta y sus enemigos". Escrito durante la segunda guerra mundial, el autor advierte sobre el historicismo como fuente originaria de los totalitarismos. La idea de sentirse destinados a ser apóstoles de una única verdad por ser la raza elegida(Fascismo) o la clase elegida (Comunismo) hace que uno termine casi siempre en un totalitarismo. El ejemplo de Guevara ilustra perfectamente el caso. Incluso sus admiradores relatan lo implacable que era con los desertores o con cualquiera que disintiera en los ideales revolucionarios que él creía custodiar. La misma pasión que generaba la coherencia y el profundo sentido ético de sus acciones, lo convertía en un tirano incapaz de negociar, y de ahi, de hacer política. Sus dotes como estratega son aparentemente pobres, lo cual no es de sorprender. Despues de todo, el Che era un argentino de abolengo y de clase media, médico de profesión.
Su intento de industrialización masiva de Cuba sí que se puede catalogar como un desastre en todo el sentido de la palabra. Una intentona de "Big Push" a la Rodenstein-Rodan pero sin plantearse el simple hecho que para producir bienes finales hay que tener insumos no puede juzgarse como otra cosa que un error imperdonable. Aqui de nuevo, con las buenas intenciones y la honestidad no alcanza.
El potencial problema del soldado voluntarioso pero torpe ya fue identificado por Otto Von Bismark hace mas de 100 años. Catalogaba a sus soldados en 2 dimensiones, según fueran voluntariosos/vagos o inteligentes/torpes. Bismark encontraba un lugar par todos en el ejército excepto para los voluntariosos pero torpes; ya que su voluntad los precipitaba a la acción y su falta de luces se ocupaba de que fracasen.
Me acordaba del lúcido libro de Karl Popper, "La sociedad abierta y sus enemigos". Escrito durante la segunda guerra mundial, el autor advierte sobre el historicismo como fuente originaria de los totalitarismos. La idea de sentirse destinados a ser apóstoles de una única verdad por ser la raza elegida(Fascismo) o la clase elegida (Comunismo) hace que uno termine casi siempre en un totalitarismo. El ejemplo de Guevara ilustra perfectamente el caso. Incluso sus admiradores relatan lo implacable que era con los desertores o con cualquiera que disintiera en los ideales revolucionarios que él creía custodiar. La misma pasión que generaba la coherencia y el profundo sentido ético de sus acciones, lo convertía en un tirano incapaz de negociar, y de ahi, de hacer política. Sus dotes como estratega son aparentemente pobres, lo cual no es de sorprender. Despues de todo, el Che era un argentino de abolengo y de clase media, médico de profesión.
Su intento de industrialización masiva de Cuba sí que se puede catalogar como un desastre en todo el sentido de la palabra. Una intentona de "Big Push" a la Rodenstein-Rodan pero sin plantearse el simple hecho que para producir bienes finales hay que tener insumos no puede juzgarse como otra cosa que un error imperdonable. Aqui de nuevo, con las buenas intenciones y la honestidad no alcanza.
El potencial problema del soldado voluntarioso pero torpe ya fue identificado por Otto Von Bismark hace mas de 100 años. Catalogaba a sus soldados en 2 dimensiones, según fueran voluntariosos/vagos o inteligentes/torpes. Bismark encontraba un lugar par todos en el ejército excepto para los voluntariosos pero torpes; ya que su voluntad los precipitaba a la acción y su falta de luces se ocupaba de que fracasen.
viernes, 18 de julio de 2008
El dia que un vicepresidente hizo la diferencia
En una república federal, moldeada al estilo norteamericano, la figura del vicepresidente es casi decorativa y protocolar. Su único poder real es en ser el sucesor del presidente ante la poco probable muerte o incapacidad de éste. Todos recordamos al primer presidente de los Estados Unidos, un pequeño revolucionario de características autocráticas llamado George Washington. Ahora, quien recuerda a su primer vicepresidente? Con la ayuda del google, podemos rápidamente recuperar de las tinieblas del olvido al primer vice de EEUU, John Adams. Este activo político de la revolución norteamericana fue quiza también el primero en darse cuenta de la inutilidad de su puesto. “En su sabiduría, mi pais ha ideado el cargo más insignificante que la invención del hombre jamás pergeñó para persona alguna” se quejaba amargamente Adams de su paso por la vicepresidencia. Por nuestras tierras las cosas no fueron mucho mejor. Es famosa la anécdota de Sarmiento, que se burlaba socarronamente del vicepresidente que solo esta ahí para “hacer sonar la campanita”.
En la medida que escribo estas lineas, la Argentina presenció por primera vez el espectáculo de un vicepresidente que fue llamado a hacer la diferencia. Nuestro sistema constitucional le da algún poder real al vicepresidente solo ante una situación muy inverosímil. Los planetas, sin embargo, se alinearon este martes y, la inverosímil situación se transformó en una realidad. Una ley harto impopular, un debate tenso y prolongado en diputados donde las voluntades se compraban y vendían por suculentos sobornos. Finalmente, el senado que llega a un cinematográfico empate en 36 votos después de haber sesionado por horas. Casi como en el final de un thriller norteamericano, todas las miradas se centraron en una persona que desde el anónimo sopor de la vicepresidencia, de pronto se encuentra con la responsabilidad de definir. La oposición incrédula mira al vice-presidente soñando con que sea su campeón. El oficialismo, con su sutileza habitual, lo trata de Judas, y más grave aún, se trata a sí mismo de Jesucristo. El clima que se respira es insoportable. Aun así, el vicepresidente, sereno y al vez visiblemente alterado hace lo que debía hacer.
Para todos los que tenemos nuestras dudas sobre la “democracia de chori y tetra”, la actitud de Julio Cobos nos dio un motivo para volver a creer un poco mas en el sistema. Estoy agradecido al parlamento por recuperar su rol institucional y por hacerme sentir, por primera vez en mis 30 años de vida, que representa mis intereses. Que esta vez no hubo dinero suficiente para comprar a los representantes del pueblo porque, esta vez, y por primera vez, los representantes del pueblo no dieron vuelta la cara a sus representados. El primer sabor de la democracia es dulce, e indudablemente me hace querer mas. Me hace soñar con un país en donde esto sea la norma.
Donde el federalismo sea tal, y no un sistema de provincias que se quieren prostituir, y un gobierno federal que requiere de sus servicios.
Donde los representantes del pueblo se deban al pueblo y no utilicen sus bancas como moneda de cambio.
Donde podamos argumentar en armonía, sin descalificar al antagonista por su condicion de tal.
Donde la redistribucion del ingreso sea una realidad, y no una frase rimbombante utilizada en el marco de un discurso vacuo y economicamente inconsistente.
Donde el dinero del estado se invierta en la educacion y salud de los niños, y no en pagar matones o comprar sindicatos.
Todos estos sueños quiza son posibles, pero para eso necesitamos un cambio. La valiente actidud del vicepresidente, y de todos los senadores que se la jugaron ayer, quizas sea el catalizador del cambio. Quien sabe, es posible que en algunos años recordemos estas horas como “el dia que el vicepresidente hizo la diferencia”.
En la medida que escribo estas lineas, la Argentina presenció por primera vez el espectáculo de un vicepresidente que fue llamado a hacer la diferencia. Nuestro sistema constitucional le da algún poder real al vicepresidente solo ante una situación muy inverosímil. Los planetas, sin embargo, se alinearon este martes y, la inverosímil situación se transformó en una realidad. Una ley harto impopular, un debate tenso y prolongado en diputados donde las voluntades se compraban y vendían por suculentos sobornos. Finalmente, el senado que llega a un cinematográfico empate en 36 votos después de haber sesionado por horas. Casi como en el final de un thriller norteamericano, todas las miradas se centraron en una persona que desde el anónimo sopor de la vicepresidencia, de pronto se encuentra con la responsabilidad de definir. La oposición incrédula mira al vice-presidente soñando con que sea su campeón. El oficialismo, con su sutileza habitual, lo trata de Judas, y más grave aún, se trata a sí mismo de Jesucristo. El clima que se respira es insoportable. Aun así, el vicepresidente, sereno y al vez visiblemente alterado hace lo que debía hacer.
Para todos los que tenemos nuestras dudas sobre la “democracia de chori y tetra”, la actitud de Julio Cobos nos dio un motivo para volver a creer un poco mas en el sistema. Estoy agradecido al parlamento por recuperar su rol institucional y por hacerme sentir, por primera vez en mis 30 años de vida, que representa mis intereses. Que esta vez no hubo dinero suficiente para comprar a los representantes del pueblo porque, esta vez, y por primera vez, los representantes del pueblo no dieron vuelta la cara a sus representados. El primer sabor de la democracia es dulce, e indudablemente me hace querer mas. Me hace soñar con un país en donde esto sea la norma.
Donde el federalismo sea tal, y no un sistema de provincias que se quieren prostituir, y un gobierno federal que requiere de sus servicios.
Donde los representantes del pueblo se deban al pueblo y no utilicen sus bancas como moneda de cambio.
Donde podamos argumentar en armonía, sin descalificar al antagonista por su condicion de tal.
Donde la redistribucion del ingreso sea una realidad, y no una frase rimbombante utilizada en el marco de un discurso vacuo y economicamente inconsistente.
Donde el dinero del estado se invierta en la educacion y salud de los niños, y no en pagar matones o comprar sindicatos.
Todos estos sueños quiza son posibles, pero para eso necesitamos un cambio. La valiente actidud del vicepresidente, y de todos los senadores que se la jugaron ayer, quizas sea el catalizador del cambio. Quien sabe, es posible que en algunos años recordemos estas horas como “el dia que el vicepresidente hizo la diferencia”.
jueves, 10 de abril de 2008
En 1534, Enrique VIII se declaró jefe supremo de la iglesia de Inglaterra, suprimiendo , poco después, todos los monasterios de ese país. Por supuesto, como todo cambio revolucionario con grandes rivetes económicos y políticos, la supresión de los monasterios fue un largo y tortuoso camino que solo culminó en 1541. Entre medio, una poderosa contra-revolución en el norte de Inglaterra puso en jaque el mismísimo reinado de Enrique quien, a la sazón, ya había colmado la paciencia de sus súbditos con sus famosas excentricidades. Notando lo peligroso de la situación, Enrique "convocó" al líder de los insurgentes a su corte, prometiéndole una amnistía general junto con una serie de concesiones a los católicos en general. Eventualmente, Enrique terminó entregando también la cabeza del "perpetrador" de la supresión de los monasterios, Sir Thomas Cromwell. Esto le permitió ganar tiempo, reforzar su situación, y asestar un certero golpe a la próxima revolución que naturalmente se produjo cuando Enrique incumplió en todas sus promesas. Por alguna razón esta historia me hizo acordar de lo que está sucediendo con el campo en Argentina. No será que Kristina se replegó a cuarteles de invierno? Cuándo le vendrá el próximo golpe al campo?
martes, 8 de abril de 2008
miércoles, 27 de febrero de 2008
La “Sensación Térmica” de la Argentina
En el editorial del diario Perfil de hoy aparece un breve editorial titulado “El dia que procesen a Cristina”. Brevemente, la nota se hace eco del reciente procesamiento a De La Rua por la famosa cuestión de la Banelco. Creo que con gran sensatez el editor argumenta que “Una sociedad que basurea a sus ex presidentes, habla más de sí misma que de sus dirigentes. Vale para Menem, De la Rúa o para los Kirchner. Hay que fiscalizarlos, criticarlos e investigarlos mientras están en el poder. Hacerlo después, en forma sistemática, es institucionalizar la cobardía.”
Mas allá de la presunta responsabilidad de De la Rua en este caso en particular, llama la atencion el sistematico accionar de la Justicia (Dura Lex, est Lex) argentina. Como el enemigo cobarde que se acerca a golpear a quien ya agoniza, nuestra justicia “descubre” los graves casos de corrupción solo cuando el corrupto esta inerme. De qué nos sirve una justicia que casi 10 años después nos cuenta que en caso de la Banelco hubo corrupción? De poco o acaso, de nada...
Bueno, quizá si nos sirve para potenciar la fase depresiva de nuestra Argentinidad. Nos gusta sentirnos los peores, los mas perjudicados y sin duda, los “hijos de la pavota” de la comunidad internacional. De cara adentro (por que de cara afuera somos insoportablemente pedantes), tenemos los peores militares, los políticos mas corruptos, la burocracia mas ineficiente...
Como para muestra basta un botón, me viene a la cabeza el caso del pesimismo meteorológico de los argentinos. Aunque les parezca sorprendente, Argentina es el único país del mundo en el cual se informa sobre la "sensación térmica". En Europa o EEUU el concepto simplemente no existe, se informa solamente sobre la temperatura. Es que no está muy claro, a menos que uno sea argentino, para que sirve o que refleja la sensación térmica. Lo cierto es que ésta es, en verano, más alta que la temperatura y, en invierno, mucho más baja. Casi como si las altas o bajas temperaturas no fueran suficientes para deprimirnos, necesitamos un índice de miserabilidad; algo que ponga al descubierto lo más abyecto de nuestra existencia.
"Que calor que hace, la térmica fue de 45 grados", se puede escuchar un dia de verano en Buenos Aires. Claro, si no tuvieramos la térmica, no podríamos competir con el primer mundo del calor. En ciudades como Sevilla (España) temperaturas de más de 40 son habituales en verano. Pero ellos no tienen la sensación térmica...
Respecto a la imagen que uno construye de uno mismo, cabe una ultima reflexion: Hay que ser muy cauto con estas creencias. Después de todo, de tanto repetirnos que somos los peores, es probable que algún día acabemos por creerlo.
Mas allá de la presunta responsabilidad de De la Rua en este caso en particular, llama la atencion el sistematico accionar de la Justicia (Dura Lex, est Lex) argentina. Como el enemigo cobarde que se acerca a golpear a quien ya agoniza, nuestra justicia “descubre” los graves casos de corrupción solo cuando el corrupto esta inerme. De qué nos sirve una justicia que casi 10 años después nos cuenta que en caso de la Banelco hubo corrupción? De poco o acaso, de nada...
Bueno, quizá si nos sirve para potenciar la fase depresiva de nuestra Argentinidad. Nos gusta sentirnos los peores, los mas perjudicados y sin duda, los “hijos de la pavota” de la comunidad internacional. De cara adentro (por que de cara afuera somos insoportablemente pedantes), tenemos los peores militares, los políticos mas corruptos, la burocracia mas ineficiente...
Como para muestra basta un botón, me viene a la cabeza el caso del pesimismo meteorológico de los argentinos. Aunque les parezca sorprendente, Argentina es el único país del mundo en el cual se informa sobre la "sensación térmica". En Europa o EEUU el concepto simplemente no existe, se informa solamente sobre la temperatura. Es que no está muy claro, a menos que uno sea argentino, para que sirve o que refleja la sensación térmica. Lo cierto es que ésta es, en verano, más alta que la temperatura y, en invierno, mucho más baja. Casi como si las altas o bajas temperaturas no fueran suficientes para deprimirnos, necesitamos un índice de miserabilidad; algo que ponga al descubierto lo más abyecto de nuestra existencia.
"Que calor que hace, la térmica fue de 45 grados", se puede escuchar un dia de verano en Buenos Aires. Claro, si no tuvieramos la térmica, no podríamos competir con el primer mundo del calor. En ciudades como Sevilla (España) temperaturas de más de 40 son habituales en verano. Pero ellos no tienen la sensación térmica...
Respecto a la imagen que uno construye de uno mismo, cabe una ultima reflexion: Hay que ser muy cauto con estas creencias. Después de todo, de tanto repetirnos que somos los peores, es probable que algún día acabemos por creerlo.
lunes, 25 de febrero de 2008
A modo de bienvenida
Hola! Soy un doctorante en economia y vivo desde hace ya cuatro años en Barcelona. Hace tiempo que siento el impulso de contar historias, curiosidades y anecdotas varias. Mis amigos me suelen decir que cuento buenas historias. En este blog solo pretendo hacerlo como un simple dilettante. Es decir, sin pretensiones cientificas, y a modo de diario periodistico. Fundamentalmente me gusta la historia, en particular me obsesiona la historia latinoamericana. Aparte de escribir sobre historia, y por esto de la "deformacion profesional", algunas veces me dedicare a la economia (agarrate catalina!). Finalmente, mi tercer nucleo delirante son los viajes. Seguramente escribire algunas columnas con mis experiencias de viajes de alrededor y afuera de Catalunya. Historia, viajes y economia... casi como cualquier otro blog... pero mio.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)